La sesión inaugural del Consejo Social de la UNGS, el lunes
17 de junio de 2013, fue un acontecimiento que desbordó las previsiones
organizativas y la capacidad del aula 103 para contenerlas. Momento de “comunicación
e interacción creadora entre la Universidad y la sociedad”, es posible que este
desborde esté visibilizando a un actor, (muchos actores) indisciplinado(s) y
transdisciplinante(s), que pugnaba por
tomar forma en la vida de la universidad, luego de años de crecimiento y
maduración de vínculos en múltiples y variadas experiencias de interacción con
la comunidad.
Para quienes tuvimos la oportunidad de participar fue
posible compartir un evento de fuerte contenido emocional, donde no sólo
asistimos al nacimiento de una institución, sino que este “nacimiento” tuvo un paradójico clima de emotivo
reencuentro. Paradójico, porque fue un “reencuentro” con
actores que siempre estuvieron; pero también “reencuentro”
a secas, con protagonistas de la creación de la misma universidad que vivieron
esta convocatoria como una especie de nueva invitación a la casa común. Un signo de esa
madurez es que ninguna organización agradeció la invitación a este espacio,
considerándolo un lugar natural de pertenencia: “estamos donde tenemos que estar”, manifestó una de las flamantes consejeras.
Y también fue un “reencuentro” de la
UNGS consigo misma, con su espíritu fundacional; en palabras del primer rector
electo José Luis Coraggio, presente en el evento: esto “va en la línea original que
pensó Roberto Domecq de la comisión organizadora de esta universidad... esa utopía se está cumpliendo paso a paso”. Y de
Silvio Feldman: “también
me sumo a la alegría, a la satisfacción porque esto estuvo presente desde sus
orígenes en la universidad”.
Con la presidencia del Rector Eduardo Rinesi, representantes
de las 26 organizaciones asistieron entusiastas al inicio de una institución
que ensambla con la misma naturaleza de la UNGS, en múltiples sentidos. Tal vez
uno de los más importantes es la intuición fundacional de configurar una
universidad “desde
la sociedad”,
desde campos problemáticos, y no
desde disciplinas pretendidamente universales. Pero como la realidad social se
obstina en modificarse continuamente, puede dejar desactualizada una configuración
pensada para otro momento histórico. Obviamente, es una tarea que excede a un
sector, pero el Consejo Social puede contribuir a “pensar la UNGS desde el
territorio”, como indicaban los afiches de la convocatoria durante el 2012.
También
quedó claro en esta primera sesión que el Consejo Social -en coherencia con el “concepto
UNGS” de acciones con la comunidad- que no se trata de un órgano de la “extensión” o de los “servicios a la
comunidad”, sino una estructura
orientada a promover y facilitar el diálogo y la interacción de la sociedad con
los equipos de la universidad, con toda la universidad.
Habrá
que ver si esta nueva institucionalidad puede posibilitar la emergencia de un
actor sólido, lo que queda claro es que se abre un escenario y un camino, cuyos
objetivos finales todavía están por definirse y que irán delineándose
sobre la marcha, priorizando las acciones e intentando poner por delante las
coincidencias, a partir de una realidad universitaria donde –en palabras de
Eduardo Rinesi- a los sectores populares no hay que ir a buscarlos afuera
porque ya están adentro, y constituyen nuestra principal responsabilidad como
garantes del derecho a estudios superiores, desde el ingreso hasta la
finalización, pero que dentro o fuera –o mejor dicho: tanto adentro como
afuera- adquieren categoría de interlocutores privilegiados y no simples
destinatarios, beneficiarios o usuarios de nuestra labor docente e
investigativa.
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